jueves, 15 de mayo de 2014

hay salas y salas, hay salas tristes  y anticuadas,  llenas de cuadros rotos,  hay salas modernas y vacías,  donde no parece haber vida, decoradas por un extraño  y destinadas a otros extraños, a extranjeros en su propia casa,  como alienígenas viviendo en un mundo  perfecto creado solo de dinero.
hay salas como esta, en la que escribo este diario, con sillones naranjas y peludas alfombras claras, dragones escupiendo fuego de metal, indígenas de mirada de madera, pinturas al óleo rojas y azules que explotan y se derraman, maltratados almohadones a rayas de colores, aplastados por el peso de la vida, salas como esta son salas polaroid, cuando están en silencio es como que esperasen,  y cuando están ocupadas,  almacenan el murmullo tranquilo, las risas y el sonido de los vasos, los procesan dentro de sus paredes con una maquinaria de resortes y engranajes,  y los entregan a la salida, a los  pechos de los visitantes, para que los lleven consigo.

martes, 6 de mayo de 2014

a veces los cables de la pc se entrecruzan como los pensamientos,  como si ese embrollo que se derrama por detrás del monitor sea la materialización directa. cuanto más podría pedir a mi computadora,  la fusión exacta con mi cuerpo,  la metáfora precisa,  la emanación surrealista de mi mente.

domingo, 4 de mayo de 2014

acostado este domingo todavía persiste aquella imagen en mi mente, desde que fuimos a ver la obra de teatro, tengo la idea de un sillón vacío,  uno blanco,  cubierto de telas arrugadas,  aplastadas por el hueco del peso de alguien que alguna vez se sentó allí, aquella forma cóncava no deja mas datos que una presencia anónima ya extinta,  pero  no del tiempo en que permaneció allí, ni siquiera,  de sus sentimientos ni pasiones ni sus delirios ni sus temores,  calla más de lo que dice.
la obra trataba el tema de la muerte de un artista,  un loco y joven pintor que se había suicidado y en un extravagante plan había invitado a todos sus amigos a una fiesta en su propia casa,  quería reunirlos a todos frente a su cadáver sin que ellos lo supieran de antemano, una fiesta convertida en un velorio. todos estaban presentes,  menos él. 
al tipear estas palabras tomo consciencia de que los amigos son el sillón,  el suave sillón blanco en donde apoyamos nuestros anhelos,  nuestra soledad,  donde convertimos nuestra vida en algo cómodo y deseable, al igual que aquel sillón vacío que quedó estampado en mi frente al salir del espectáculo,  con nuestra partida solo queda el hueco , pero además de eso,  nuestros amigos quizás podrían darse cuenta de que el difunto también formaba parte de un sillón,  ese mismo en donde se cobijaban siempre,  con la esperanza de el eterno descanso.

miércoles, 16 de abril de 2014

la cortina roja se enciende al detener el sol de una tarde de abril. afuera,  unas palmeras se agitan con el viento suave por detrás de la tela, asemejan dedos,  largos y finos dedos jugando, arrojando sombras chinescas.  a veces,  sin anteojos el mundo se ve mejor. 
me abandono en el par de dedos que acarician mi frente,  mis ojos se abren y cierran una y otra vez , al cerrarlos, la cortina sigue allí, por debajo de mis párpados , decido dejarme llevar, si me duermo quizás continúen centelleando sus reflejos rojos. en mis sueños.

lunes, 14 de abril de 2014

sentarse a comer solo en una estación de servicio,  un espacio sin dueños,  solo gente en tránsito que entra, y desaparece.
por la noche,  anclado por un instante sobre una mesa,  invisible.
un programa frívolo en la tv,  una moto afuera que acelera,  y los recuerdos de un día que decanta adentro mío por debajo de la piel, reflejados sobre las botellas de este paraíso urbano.  

aquí los tiempos se miden en vasos de coca, el mío ya vacío dictamina la vuelta a casa,  quizás, hasta una nueva breve pasantía.

domingo, 13 de abril de 2014

un sillón a rayas, una casa bien decorada, decorada para intuir la perfección de una ficción, donde cada cosa esta en su lugar cuando en la realidad las cosas no lo 
están tanto, me senté cómodo, en coma digestivo, en coma auditivo, después de una viva charla de almuerzo, con monólogos poblados por enredados hilos de relatos del pasado, de gente ya extinta en pueblos fantasmas, que merodean en anécdotas como si ahora vivieran solo en ese mundo, el que escupen los labios de los comensales.
un almuerzo entretenido y frívolo, como es la vida.
a veces.