miércoles, 16 de abril de 2014

la cortina roja se enciende al detener el sol de una tarde de abril. afuera,  unas palmeras se agitan con el viento suave por detrás de la tela, asemejan dedos,  largos y finos dedos jugando, arrojando sombras chinescas.  a veces,  sin anteojos el mundo se ve mejor. 
me abandono en el par de dedos que acarician mi frente,  mis ojos se abren y cierran una y otra vez , al cerrarlos, la cortina sigue allí, por debajo de mis párpados , decido dejarme llevar, si me duermo quizás continúen centelleando sus reflejos rojos. en mis sueños.

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